Cuando encontré este precioso aparador en una tienda de muebles
de segunda mano, era tan oscuro y tan viejo que no parecía trasmitir nada de
vida. La madera era muy buena y estaba en buen estado y la forma era bonita
así que me decidí por él y pensé en cómo devolverlo a la vida.
Los adornos de las puertas de la parte baja eran muy feos
así que los sustituí por una moldura calada con unas hojas en un estilo 'art
nouveau' y limpié la madera de la tapa
superior para ver qué tipo de madera me encontraba debajo de tantos años de
pátina natural. La madera tenía un bonito color, posiblemente un
castaño así que decidí dejarla en su
color natural y el resto lacarlo en blanco un poco tostado. Una vez traté y limpié la madera lijé un poco la pintura en los relieves y los bordes para dar una
sensación de desgaste. Decidí no poner las puertas ya que impedían poner cosas
delante y además deba una sensación muy compacta al mueble, sin ellas se veía
más ligero y lucían más las cosas que se
colocaban en las baldas. Por último en la puerta central pinté un “Bon appetit” con un color gris–malva.
Así quedó este precioso aparador que hoy vuelve a lucir su porte en el comedor dando un toque clásico-romántico.