Hace poco tiempo estaba en una tienda de segunda mano cuando la encontré, olvidada, en un rincón ya que la pobre no era muy agraciada en su papel de cómoda. Según la vi me la imaginé como un pequeño mueble de comedor y me puse manos a la obra para su transformación.
Primero la laqué en color blanco roto y le puse unas flores en découpage en la tapa que después retoqué con pinturas acrílicas y barnicé con un barniz al agua. Por último la envejecí entera con cera y betún de Judea. Para definir los espacios puse un pequeño cesto de mimbre en la parte baja y en el hueco coloqué unas tazas y cajones para servilletas, manteles, etc.
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